LA METASTASIS DEL CANCER NO EXISTE, EL DR HAMER TE LO EXPLICA

CONVERSACION DEL DR HAMMER CON EL DR PFITZER SOBRE LA VERDAD DE LA METASTASIS TUMORAL

ALEMANIA, Düsseldorf, a 13 del 7 de 1989

10.14. De la entrevista del Dr. Hammer con el Prof. Dr. P. Pfitzer, catedrático de patología y citopatología, decano de la facultad de medicina de la Universidad de Düsseldorf Entrevista autorizada del 13-7-1989 en Düsseldorf: Dr. Hamer: Profesor Pfitzer, usted se ha prestado amigablemente a discutir, como citopatólogo y actual decano de la facultad de medicina de la Universidad de Düsseldorf, sobre el “Sistema ontogenético de los tumores” (y de las enfermedades oncoequivalentes). Su especialización tiene abarca la histopatología y la citopatología (patología de la célula y de los tejidos). Supongo que al mismo tiempo es también biólogo. Prof. Pfitzer: Sí, biólogo y médico. Dr. Hamer: El “Sistema ontogenético de los tumores” dice entre otras cosas que en los mismo sórganos del cuerpo humano y animal siempre se encuentra el mismo tipo histológico de tejido, ¿lo confirma usted? PROF. PFITZER: En principio si, naturalmente, con pocas excepciones, como la distopia de tejido, la denominada “diseminación de células estaminales” o endometriosis. Para el resto de los casos, lo confirmo. DR. HAMER: Prof. Pfitzer, el “Sistema ontogenético de los tumores” dice también, algo sobre lo que muchos de sus colegas ya están de acuerdo, que en el caso de tumor en un punto X de un órgano corporal de cualquier persona, se encuentra siempre la misma formación de células tumorales, totalmente específica desde el punto de vista histológico. Entonces por ejemplo, en el tracto gastrointestinal como típico tumor en forma de coliflor con multiplicación celular, histológicamente siempre un adenocarcinoma, también en las anginas y en los alvéolos pulmonares, que bajo el perfil evolucito pertenecen ambos al tracto gastrointestinal, así como el endometrio del útero (mucosa del útero), siempre un adenocarcinoma. Por el contrario en la mucosa oral, así como en el orificio del útero o en la vagina, en la mucosa bronquial o en la mucosa de la vejiga siempre una úlcera del epitelio pavimentoso que produce seguidamente un carcinoma epitelial. ¿Es usted también de esta opinión? PROF. PFITZER: Normalmente hay acumulaciones semejantes, sin embargo no en el sistema bronquial. DR. HAMER: Si fuese así entonces muchos ya habrían pensado que la histología tiene algo que ver con la topografía de los órganos y esta a su vez con la historia evolutiva del hombre y del animal. ¿Por qué nadie lo ha pensado nunca? ¿Quizás depende del hecho de que todos hemos mirado demasiado el detalle y demasiado poco los procesos globales del organismo, pasando por alto así lo más importante? PROF. PFITZER:Sí, hoy en día estamos todos especializados más que nunca y ¿quién puede todavía tener una visión general de las disciplinas teóricas partiendo de comparar los datos clínicos y la situación del caso individual en la cama del paciente?. Normalmente el patólogo ve al paciente sólo cuando éste ha muerto. El hitopatólogo ve el tejido antes, pero existe también una gran tradición de subdivisiónes sistemáticas excesivas (Organización mundial de la salud). La vista en conjunto clínico-patologica siempre ha sido perseguida, sin embargo todavía nadie había pensado en el “Sistema ontogenético de los tumores”. DR. HAMER: El “Sistema ontogenético de los tumores”, como usted sabe, dice que no sólo en la misma ubicación en el órgano del cuerpo humano se encuentra normalmente la misma formación celular histológica correspondiente y también en el caso de tumores siempre la misma formación celular histológica correspondiente, pero que todas las formaciones celulares histológicas iguales vienen directas de la misma parte cerebral (por ejemplo todo el epitelio cilíndrico intestinal o en el caso de tumor el adenocarcinoma es directo del puente del tronco cerebral) y que tales refiones corpóreas histológicamente iguales tienen todas también contenidos conflictuales biológicos estrechamente afines con las regiones cerebrales cercanas. PROF. PFITZER: Podría ser así, aunque el conjunto no me parece muy lógico. Para mí, en cuanto patólogo, sería de enorme valor poder comprobar este hecho: elneuropatólogo debería examinar todas las veces microscópicamente el punto en el cerebro que en la TAC cerebral se considera típico para ese tipo particular de cáncer. DR. HAMER: Sin embargo existe una dificultad, profesor. En la fase de conflicto activo se puede reconocer muy bien el punto X en el mapa del cerebro, que es responsable de un cáncer en particular, gracias a su configuración concéntrica típica. Sin embargo si se extirpa esta zona cerebral, el neurohistopatólogo ya no puede ver nada. Por el contrario puede ver muy claramente una modificación en la fase de reparación vagotónica cuando en el mismo punto X, que mis adversarios llaman “Foco de Hamer”, encontramos un edema intra y perifocal o ya una acumulación de tejido glial. Entonces los neuroradiólogos o los neurocirujanos hablan de “tumor cerebral” (si encuentran solo ése) o de una “metástasis cerebral” si con anterioridad han descubierto otro cáncer en cualquier parte del cuerpo. PROF. PFITZER: Cierto que nos podemos limitar a investigar el ámbito neurohispatológico en esos casos, que según su definición, están ya en la fase de reparación vagotónica. DH. Lo son todos los denominados “tumores cerebrales” o las denominadas “metástasis”, o por lo menos lo han sido una vez, pues de otro modo no tendrían ni edema ni tejido glial. PROF. PFITZER: Señor Hamer, sus observaciones son muy audaces. Ahora entiendo que quiere decir. Pero ¿no podría ser también que el núcleo celular sea el responsable del control erróneo de las células; debe ser obligatoriamente el cerebro? DR. HAMER: Hay un chiste: la señora Müller en el jardín dice que la corriente de todo el país llega desde la central eléctrica. “Puede ser”, dice la señora Mayer, “pero nuestra corriente llega desde la presa sin más”. El hecho de que cada célula es controlada por su “mini cerebro”, es decir, por el núcleo, está fuera de discusión para mí, sin embargo, ¿quién podría coordinar los núcleos celulares si no únicamente nuestro gran ordenador cerebro? PROF. PFITZER: Sí, señor Hamer, usted tira a la basura toda la medicina con su “sistema ontogenético de los tumores”. DR. HAMER: Y me parece que es el momento de hacerlo. Porque el sistema ontogenético de los tumores puede ser aceptado como correcto en el plano histológico-citologico y es mucho más fácil de provar en los planos cerebral y psíquico mediante la verificación de la reproductibilidad, ¿no cree, ilustre decano, que deberíamos sacar las relativas consecuencias lo más rápidamente posible? PROF. PFITZER: Sí, si el sistema ontogenético de los tumores se puede verifica en todos los ámbitos parciales, entonces las consecuencias son realmente enormes. DR. HAMER: La primera consecuencia para los pacientes sería el hecho de que lo más rápidamente posible les podríamos anunciar: nos estábamos equivocando. El cáncer no era un grupo de células enemigas que crecen salvajemente y enloquecidas, sino que las células cancerosas malignas, que se supone que proliferan invadiendo el cuerpo desordenadamente, o las úlceras, seguían siempre y sin excepción una regla férrea en su desarrollo ontogenéticamente preestablecido. PROF. PFITZER: Sí, sería correcto. DR. HAMER: La secunda consecuencia sería que tendríamos que hacer desaparecer lo más rápidamente posible la idea de las denominadas “metástasis”, en cuya existencia ha creído hasta ahora la medicina oficial. Se ha pretendido que, con una acrobacia de fe horrible, imaginásemos gracias a metamorfosis alternas, salvajes y fulminantes, carcinomas del intestino delgado, en mitosis, del endodermo, pudiesen transformarse en osteolisis oseas necrotizantes de la hoja embrional mesodérmica para al final poder producir también “mediante metamorfosis metastática” las denominadas “metástasis cerebrales” del ectodermo. Todos han creído que entendían esta insensatez que un médico medianamente crítico no podría aceptar nunca. PROF. PFITZER: Señor Hamer, aquí no puedo estar de acuerdo con usted. Hasta ahora hemos visto las cosas de diferente modo. Soy consciente de que necesitamos muchas hipótesis añadidas para la vieja medicina oficial. Por lo que respecta al desarrollo de la célula cancerosa es cierto que sólo existen hasta ahora pruebas indirectas sobre el hecho de que la célula cancerosa llegue a través de la sangre arterial al punto donde crea metástasis. DR. HAMER: La tercera consecuencia sería aquella por la que en base al sistema ontogenético de los tumores, por primera vez, hay que determinar que formación celular, originada en la hoja embrional, produce proliferación o necrosis de las células en una cierta fase. De hecho es ciertamente una locura tenerse que imaginar que un adenocarcinoma del intestino grueso (que “crece” por mitosis en la fase de conflicto activo), como denominada “metástasis” pueda desencadenar un sarcoma óseo, que “crece” exclusivamente en la fase de reparación. En n momento, inconscientes como niños, hemos mezclado las fases simpaticotónica y vagotónica llamando a todo simplemente metástasis. Señor profesor, ¿estás consecuencias son lógicas? PROF. PFITZER: Son preguntas a las que tienen que responder los clínicos. DR. HAMER: Una consecuencia posterior y final debería ser la eliminación de las actuales concepciones relativas a los denominados tumores cerebrales y a la metástasis cerebral, que de hecho no pueden existir. PROF. PFITZER: ¿Qué intenta decir? DR. HAMER: Lo primero de todo una cosa. ¿es cierto que las células cerebrales tras el nacimiento no puede ya subdividirse o multiplicarse? PROF. PFITZER: Sí. DR. HAMER: Lo único que se puede multiplicar en nuestro cerebro es el tejido conector, denominado “tejido glial” y estas células de tejido conector del todo inocuas se multiplican exclusivamente en la fase de reparación, sólo durante o tras esta fase se pueden colorear con el medio de contraste, como bien sabe cualquiera que trabaje en este campo. PROF. PFITZER: Que sean inocuas lo pongo en duda. DH. Pongamos, profesor, que usted ha diagnosticado un glioma en 100 casos de denominado “tumor cerebral”, ¿qué otra cosa podría haber diagnosticado desde el momento en el que, además de las células cerebrales que no se multiplican o de las células de tejido glial (inocuo) que se han multiplicado o se están multiplicando todavía, ahí no encontramos nada más? PROF. PFITZER: En el caso de un tumor primario, naturalmente. DR. HAMER: Sin embargo si un asistente diligente pudiese establecer seguidamente que para los 100 casos en los que ha diagnosticado un glioma, los resultados de la autopsia presentan en alguna parte del cuerpo un cáncer pequeño o grande, que no se había descubierto, porque no había mostrado síntomas o molestias, ¿intentaría entonces a posteriori “transformar” el glioma diagnosticado en una denominada metástasis cerebral? Es decir, intentaría considerar los Focos de Hamer, por ejemplo, como un adenocarcinoma del vello intestinal o definir los Focos de Hamer incluso como osteólisis ósea o sarcomas? PROF. PFITZER: Sí, aquí me pone en un apuro, porque yo hasta ahora no he intentado mirar las cosas según su metodología. Admito que los gliomas polimorfos a menudo pueden ser interpretados como tejidos histológicamente diferentes. Düsseldorf, a 13 del 7 de 1989

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