¿Por qué el CÁNCER se llama CÁNCER?

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Para cualquier mortal, escucha la palabra CÁNCER, es sinónimo de muerte inminente, sin embargo esa connotación no existe en aquellos que comprobaron la Medicina Germánica. Investigamos que esta ocurriendo aquí.

En primer lugar tenemos que investigar cual es el origen de la palabra CÁNCER y por que se lo asocia a determinados síntomas y signos en el cuerpo.

La etimología de la palabra “cáncer” proviene del latín cancer, que significa “cangrejo”.

POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA APARECE EL TERMINO CÁNCER EN EL SIGLO V A.C:

El término fue pareciera haber sido usado por Hipócrates, el padre de la medicina, para describir ciertos tumores que presentaban venas dilatadas que se extendían desde el cuerpo central del tumor, asemejándose a las patas de un cangrejo. Más adelante, Galeno adoptó y difundió este término en la medicina romana.

POR SEGUNDA VEZ EN LA HISTORIA APARECE EL TERMINO CÁNCER EN EL SIGLO II D.C:

El verdadero responsable de que hoy el 99 % de la población mundial le tenga miedo a una hipotetica celula, fue en realidad Galeno. Quien sistematizó y popularizó realmente el uso del término fue Galeno, en el siglo II d.C., quien adoptó el término “karkínos” de la tradición hipocrática y lo latinizó como “cancer”, dando lugar a su uso médico posterior hasta hoy. Aunque no se conservan citas exactas en formato moderno, se sabe que en sus obras médicas describía tumores que tenían venas endurecidas que irradiaban desde un centro, como las patas de un cangrejo, y por eso utilizó ese término.

Clasificó los tumores como:

  • No inflamados (no dolorosos)
  • Inflamados (dolorosos)
  • Y entre ellos distinguía los tumores benignos y los llamados “karkínos” o “cáncer”, como más peligrosos o incontrolables.
  • Afirmaba que los tumores cancerosos estaban formados por un exceso de bilis negra, una de las cuatro humores de la medicina hipocrática y galénica (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra).

Visión desde la NMG:

Desde la perspectiva de la Nueva Medicina Germánica, estas interpretaciones galénicas están completamente superadas, ya que no tenían base embriológica ni comprendían la lógica biológica de los programas especiales con sentido. El error de Galeno —asociar la enfermedad a un desequilibrio de humores y ver el cáncer como un mal externo o autónomo— fue heredado por siglos y es uno de los grandes mitos que la NMG viene a aclarar.

Si reflexionamos, veremos que la idea del cáncer como algo “benigno” o “maligno” surge en un contexto histórico profundamente marcado por las guerras religiosas y el pensamiento dualista del bien contra el mal. En aquellos tiempos, todo lo que dolía, sangraba o generaba sufrimiento era considerado una especie de castigo divino, un mal que había que extirpar. Así, desde esta mirada moralizante, el cuerpo pasó a ser un campo de batalla entre la “salud” (el bien) y la “enfermedad” (el mal), y el cáncer se convirtió en el enemigo silencioso que debía ser combatido y destruido a toda costa.

Lo más sorprendente es que esta interpretación simbólica, más propia de la teología que de la biología, se consolidó con el paso del tiempo, y fue absorbida sin cuestionamiento por la medicina moderna. Hoy, la palabra “cáncer” activa automáticamente la idea de muerte, terror e impotencia. Así se perpetuó un relato que, lejos de entender lo que verdaderamente ocurre en el cuerpo, lo interpreta como un error, una malformación o una amenaza sin sentido.

La Nueva Medicina Germánica viene a desmantelar esta narrativa con rigor científico y comprensión biológica. Nos explica que lo que llamamos cáncer nunca fue un problema, sino parte de un programa especial con pleno sentido biológico, diseñado por la naturaleza para adaptarnos y sobrevivir. Mientras nos convencían de que nos estábamos muriendo, nuestro cuerpo en realidad estaba intentando repararse y mejorarse a sí mismo. Esta inversión de perspectiva no solo transforma la comprensión de los síntomas, sino también la relación que tenemos con nuestro cuerpo y con la vida misma.

Como consecuencia directa de estas ideas extremas de pánico frente a los síntomas, y de la errada concepción de que el cuerpo comete errores que hay que corregir, surgió lo que hoy se conoce como “medicina alternativa”. Un compendio de propuestas variadas —muchas veces desconectadas entre sí— que, paradójicamente, comparten con la medicina tradicional una raíz profundamente religiosa: ambas buscan “curar”.

Y ahí radica el verdadero error: nunca hubo nada que curar, porque lo que la medicina moderna llama “enfermedad” es, en realidad, un programa biológico con sentido, una estrategia natural de mejora y adaptación. Gracias a los descubrimientos del Dr. Ryke Geerd Hamer, hoy podemos comprender que la mayoría de las personas no mueren de cáncer, sino del pánico, de la gran fatiga, del miedo paralizante inducido por diagnósticos terroríficos, incluso de morfina y protocolos médicos medievales, librando una batalla contra una célula hipotética y usando tu cuerpo como campo de batalla. Según el Dr. Hamer, son los “aprendices de brujo” —quienes lanzan sentencias y aplican recetas mágicas para intentar “curar”— los que provocan más daño que el supuesto mal.

El gran problema es no entender que la inflamación, el dolor, la fiebre o el cansancio, no son enemigos, sino fases de reparación, señales de que el cuerpo está haciendo lo que debe. Como cuando terminamos una maratón y se inflaman los pies para sanar las microlesiones, o cuando una herida se hincha y enrojece para que las bacterias aliadas reparen la piel, o incluso como cuando entrenamos un músculo y, gracias al trabajo celular, éste crece. La inflamación es parte del proceso natural de cicatrización y regeneración, no un error. El único cuerpo que no presenta ni presentará síntomas es un cuerpo muerto.

Sé que este artículo puede resultar extraño o incluso contradictorio con lo que te enseñaron. Pero si algo de esto resuena en vos, quizás sea el inicio de un cambio profundo. Por eso, si querés seguir investigando, te dejo un curso gratuito para comenzar:
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Y también un podcast donde lo explicamos en detalle:
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Es importante recordar que el ser humano siempre ha muerto y siempre morirá, pero hoy muchas muertes ocurren donde la naturaleza no hubiera fallado. La medicina oficial reconoce tasas de supervivencia ante el cáncer de apenas un 2%, mientras que la Nueva Medicina Germánica plantea que, cuando se respetan las leyes biológicas, la superación puede llegar al 98%, sin quimio, radio ni mutilaciones.

Por eso, me parece que vale la pena al menos arriesgarse a investigar.
Soy Gastón Vargas, y espero acompañarte en el descubrimiento de este nuevo paradigma biológico.

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