Dr. Hamer al Comité Nobel
Dr. med. Mag. theol. Ryke Geerd Hamer
Sandkollveien 11
N – 3239 Sandefjord
18 de octubre de 2008
Al Comité Nobel
Estocolmo
Asunto:
Otorgamiento del premio por el descubrimiento de un (inexistente) virus del SIDA a Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi,
y por el descubrimiento de un (inexistente) virus del úlcus del cuello uterino.
Estimadas damas y caballeros del jurado del premio:
¿Realmente saben lo que han decidido?
Casi no lo creo, porque han otorgado un Premio Nobel a “las nuevas ropas del emperador”, algo que en realidad no existe.
En el Meyers Lexikon de 1908, bajo la palabra virus, se dice: “(lat.) veneno, veneno patógeno particular”.
En ese entonces no se sabía más. Y hasta hoy nada ha cambiado, porque nunca se ha visto un virus ni su reproducción.
La hipótesis de que los virus no observados causan una “enfermedad” es falsa, ya que —según la Medicina Germánica comprobada científicamente—, en todo caso, podrían participar en la fase de curación.
Por tanto, estrictamente deberíamos decir:
“Virus hipotéticos en la fase pcl (fase de curación); si existieran, serían exclusivamente trabajadores de reparación o restitución, que actuarían en tejidos ectodérmicos (piel y mucosas del germen externo), ayudando a reconstruir las úlceras de la piel y mucosas, rellenando las pérdidas celulares ulcerosas controladas corticalmente, con una fuerte hinchazón”.
En consecuencia, nadie ha visto jamás un virus del SIDA, y mucho menos se ha demostrado su existencia, como debería exigirse para afirmar la presencia de un virus.
Imaginar un virus como un agente patógeno que actúa en la fase activa de conflicto, en el ectodermo (piel) o mesodermo (ganglios, huesos), no tiene sentido, ya que según la Medicina Germánica no existe tal proceso.
Y si apareciera en la fase pcl (fase de solución), no produciría enfermedad. Pero en realidad no aparece en ninguna de las dos fases, simplemente no existe.
Nadie ha observado nunca una sintomatología obligatoria tras la llamada “infección por VIH”, como sí ocurre en sarampión o rubéola.
Los supuestos virus del VIH nunca se encuentran en los pacientes con SIDA.
Como no existe una “sintomatología específica del SIDA”, la medicina convencional tiene vía libre para diagnosticarlo arbitrariamente.
Por eso ya en la primera edición de mi libro Legado de una Nueva Medicina escribí —y fui el primero en hacerlo— que el SIDA es el mayor fraude de nuestro siglo.
¿Pero qué es la reacción al VIH?
He recopilado entre 50 y 100 casos en los que se demuestra que el VIH es solo una reacción, lo que en la Medicina Germánica llamamos una “vía” (Schiene).
Cuando un paciente sufre un DHS (choque biológico de conflicto) relacionado con el esmegma masculino —por ejemplo, un hombre sorprende a su esposa o amigo en flagrante con otro amante, y el olor del esmegma le resulta muy impactante—, ese paciente desarrolla una rail (memoria sensorial) del esmegma.
Cada vez que revive el conflicto o percibe nuevamente ese olor, su “título de VIH” aumenta.
Esa es una mitad del secreto del VIH.
La otra mitad es que los circuncidados no producen esmegma, y por lo tanto, mientras se relacionen solo entre ellos, no pueden volverse VIH positivos.
Esa circunstancia, dice Hamer, puede usarse como una “arma religiosa” contra los no circuncidados.
Lo mismo que vale para el virus fantasma del SIDA, vale para el supuesto virus del cuello uterino (HPV).
Nadie ha podido demostrarlo jamás.
Y suponer que esos virus inexistentes estarían presentes precisamente en la fase de curación (postconflictolítica, pcl) de las úlceras del cuello uterino, es un absurdo total según la Medicina Germánica.
Por lo tanto, el otorgamiento del premio es —no hay otra forma de decirlo— un acto de complacencia y complicidad con la industria farmacéutica y ciertos círculos religiosos, o dicho más claramente: un gran fraude.
Peor aún: dado que este fraude ha costado innumerables vidas humanas, también puede calificarse como “complicidad en asesinato masivo por parte de una organización criminal”.
Uno solo puede apartarse horrorizado de un comité de premios semejante.
Incluso Montagnier declaró en 1985 en Barcelona que nunca había visto un virus del SIDA.
Y ahora, ese hombre sin carácter acepta el Nobel por las ‘ropas nuevas del emperador’, sabiendo perfectamente cuán vil es este engaño.
Dr. med. Ryke Geerd Hamer
CARTA ORIGINAL EN ALEMAN



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