EL REINO DE LOS CUATRO COMPORTAMIENTOS (para niños y adultos)
Había una vez un lejano reino escondido en lo profundo de cada ser vivo, donde reinaban cuatro
conductas básicas que gobernaban toda acción ,ellos eran: el consumo, la huida, la lucha y la inhibición. Este reino no era un lugar físico, sino el complejo mundo del cerebro, el cual, y en lugar de servir para pensar como la mayoria cree, este cerebro solo existe son un solo motivo ACTUAR O ACCIONAR.
El Cerebro Primario y la Memoria de los Mamíferos
En los comienzos de este reino del cerebro, existía un cerebro primario, encargado de las tareas más
esenciales, como: beber, comer y reproducirse. Este cerebro primitivo se ocupaba de la supervivencia, manteniendo la estructura del cuerpo y asegurando la continuidad de la especie. Sin embargo, con la llegada de los mamíferos, algo extraordinario ocurrió: nació el cerebro de la memoria y la afectividad.
Para entender un poco mas, digamos que un mamífero es un tipo de animal que tiene pelo o pelaje en su cuerpo y que, cuando es bebé, toma leche de su mamá para crecer fuerte. Por ejemplo, los perros, los gatos, las vacas, los delfines e incluso las personas son mamíferos. Además, los mamíferos respiran aire con sus pulmones y casi todos tienen bebés en su pancita, no en huevos como los pájaros o reptiles.
Gracias a esta memoria proporcionada por el nuevo cerebro, los seres comenzaron a recordar lo que les era agradable o desagradable. De este modo, surgieron emociones como la felicidad, la tristeza y la angustia. Ya que sin memoria, no era posible estar enojado ni tampoco ser feliz. Así, los mamíferos se convirtieron en lo que ahora entendemos como seres vivos, los cuales tambien podriamos mencionarlos como memorias que actúan.
El Tercer Cerebro y el Océano de la Mente
Con el tiempo, evolucionó un tercer cerebro, el córtex cerebral, una capa del cerebro que es asociativo y capaz de conectar experiencias pasadas con nuevas situaciones. Este cerebro podía imaginar, crear mundos alternativos y explicar lo que ocurría en el reino.
Se asemejaria a un océano profundo, donde el inconsciente seria la inmensidad del mar, y el consciente, apenas la espuma de las olas, que se manifestaba brevemente antes de desaparecer con el suave viento.
Sin embargo, este cerebro tenía un propósito claro: justificar las decisiones de los otros dos cerebros más arcaicos y automáticos. Mientras el inconsciente permanecía oculto en las profundidades, el consciente solo brillaba momentáneamente en la superficie.
El Reino de los Comportamientos
En este reino, los cuatro comportamientos gobernaban como pilares inquebrantables:
1. El Consumo: Satisfacer necesidades básicas, como beber, comer y reproducirse.
2. La Gratificación: Repetir acciones que brindaban placer, ya que cada experiencia agradable era un tesoro que la memoria guardaba celosamente.
3. La Respuesta al Castigo: Evitar el daño a toda costa, ya sea huyendo, luchando o, en algunos casos, enfrentando la temida inhibición.
4. La Inhibición: Cuando ninguna acción era posible, los habitantes del reino caían en una espera tensa, donde la angustia reinaba, y las enfermedades comenzaban a surgir.
Lecciones de las Ratas
En el laboratorio del reino, los científicos observaron el comportamiento de unas pequeñas criaturas: las ratas. Estas enseñaron valiosas lecciones sobre el funcionamiento del sistema nervioso.
En una primera situación, una rata enfrentaba un castigo, pero podía evitarlo huyendo. Mientras escapaba, su equilibrio biológico se mantenía intacto. Sin embargo, en una segunda situación, si la puerta estaba cerrada y la rata no podía huir, quedaba atrapada en una espiral de inhibición. Incapaz de actuar, su cuerpo comenzaba a enfermar. Las enfermedades, llamadas de la civilización, nacían de esta imposibilidad de movimiento.
En una tercera situación, la rata, incapaz de huir, enfrentaba un castigo constante, pero se le permitía luchar contra otra rata. Curiosamente, aunque la lucha no resolvía su problema, su sistema nervioso permanecía activo, evitando las patologías o enfermedades fisicas o mentales que aquejaban a la rata inhibida y que no podia atacar o huir.
El Hombre y su Tragedia
A diferencia de las ratas, el ser humano vivía atrapado en una maraña de necesidades creadas por la sociedad. Desde la infancia, aprendía que debía comportarse de cierto modo para ser aceptado por el grupo. Su supervivencia dependía de ello. Así, la sociedad implantaba mecanismos de dominación, haciéndole creer que actuaba por placer propio, cuando en realidad solo mantenía las jerarquías establecidas.
En situaciones de inhibición, como la del obrero que no puede enfrentarse a su jefe ni abandonar su
trabajo, las tensiones acumuladas desembocaban en explosiones de agresividad o en enfermedades psicosomáticas. La angustia, al no encontrar salida, se manifestaba en el cuerpo, afectando distintos tejidos según cómo se viviera el conflicto.
El Camino hacia la Libertad
Sin embargo, este reino no estaba destinado a permanecer esclavizado. Existía una salida: el conocimiento de las leyes de la biología. Estas leyes permitían a los habitantes del reino entender que sus emociones y acciones no eran más que respuestas automáticas del sistema nervioso. Al conocer estas leyes, podían liberarse de las cadenas invisibles de la dominación, tomando el control de sus vidas.
El cambio no llegaría de inmediato, pero si cada habitante conociera estas leyes, el mundo podría transformarse. Las enfermedades perderían su misterio, y la humanidad recuperaría el equilibrio perdido.
Así terminaba la historia del reino de los cuatro comportamientos, una historia que no solo describía el funcionamiento de los cerebros, sino que ofrecía una esperanza: la posibilidad de salir del automatismo y vivir plenamente, libres de las cadenas de la sociedad y del inconsciente.
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