Muere el Dr. RYKE GEERD HAMER
Muere el Dr. Hamer y con él las posibilidades de curación de cáncer de millones de personas.
Murió el domingo y hasta hoy viernes ni siquiera yo me había enterado. Ni un solo medio de comunicación ha dicho nada sobre la muerte de la persona que tenía el entendimiento y la solución a los millones de muertos de cáncer en el mundo.
Declarado hereje por la “Ciencia oficial” sus estudios sobre la enfermedad llevaban años salvando vidas. Y la inquisidora “Ciencia” hasta le metió en la cárcel. Ahora, en su muerte, lo ningunean, que vergüenza.
Pero seguro que su legado, la NUEVA MEDICINA GERMÁNICA, podrá seguir salvando a millones de personas que están siendo engañados por esa “Ciencia oficial” que les vende quimioterapia venenosa y bien se lucra por ello.
LA PARTIDA DE UN SABIO
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Sorprendido. Impactado. Conmocionado. Sobrecogido. Shockado. Helado. Triste. Afligido. Indignado. Irritado. Furioso. Cabreado. Y más. Todo esto y mucho más he ido sintiendo a partir de llegarme el primer rumor de su muerte, una llamada a las ocho de la mañana del martes 4 de julio de 2017. Otra a las once. Luego a las trece. De nuevo a las quince horas. Cada una citando vías de información diferentes pero, lamentablemente, complementarias y convergentes. Ya no cabía la menor duda sobre la terrible realidad: Hamer, el Doctor Ryke Geerd Hamer, había fallecido.
El único detalle que me ha llegado: murió el domingo. Supongo que en Noruega, donde había encontrado refugio en marzo de 2007, según recoge la Wikipedia, que acabo de consultar y que está recién actualizada: “Mettmann, 17 de mayo de 1935 – 2 de julio de 2017”. Pone, pues, dónde nació pero no el lugar de su fallecimiento, que doy por sentado ha sido donde, afortunadamente, ha podido vivir a la luz del día los últimos diez años de su vida. Tras más de dos décadas de marginación, de ostracismo, de ridiculización, de persecución, de enjuiciamientos, de dos encarcelamientos (cumplió 12 meses de prisión en Alemania de 1997 a 1998, y, detenido en Málaga, fue extraditado a Francia el 18 de octubre de 2004 saliendo de la cárcel en febrero de 2006) que sumaron casi dos años y medio de prisión, y de más de un año de clandestinidad –“No resistiré un tercer encierro”, decía- hasta poder instalarse con relativa tranquilidad en el país nórdico.
La razón de los primeros adjetivos es que no me había llegado noticia alguna sobre que el Dr. Hamer tuviera problemas de salud que permitiesen augurar el triste desenlace. Y sabiendo que, sólo en el campo de “eso” llamado cáncer, las cinco Leyes Biológicas descubiertas desde 1981 por el Dr. Hamer hubiesen podido salvar más de doscientos millones de vidas arrebatadas por la Oncología oficial, los últimos calificativos están motivados por la re-confirmación de que las reglas de juego establecidas por la Modernidad y por quienes la aplican desde todos los cargos oficiales de (ir)responsabilidad, actúan –consciente o subconscientemente- contra la vida.
Quizás el dato más revelador que conozco lo proporcionó el propio juicio contra el Dr. Hamer en Alemania. En efecto, el juez ordenó localizar los 6.500 enfermos terminales de cáncer (incluso ahora, la gran mayoría de quienes deciden probar “la esperanza Hamer” están ya graves si no terminales, en particular por haber sido muy maltratados –desanimados, envenenados, radiados, mutilados,…- por la medicina oficial) cuyo historial había sido confiscado por la policía al detenerlo el 20 de mayo de 1997 en su casa. Esperaban encontrarse con que (casi) todos estaban muertos y poder así acusar con mayor fuerza al Dr. Hamer. Pero… resultó que ¡más de 6.000 seguían vivos… “milagrosamente”! Pero esto no evitó su condena. Ni tampoco han servido para cambiar la situación reconociendo “el enfoque Hamer”, las más de 30 verificaciones realizadas por grupos de profesores y de médicos en Universidades y en Hospitales de diversos países que, arriesgando su carrera y su prestigio, han confirmado en cada ocasión la validez (prácticamente al cien por cien) de las Leyes Biológicas del Dr. Hamer.
Considero que, más allá de las razones económicas y de las ambiciones profesionales, la razón profunda del rechazo oficial al Dr. Hamer es que una sociedad que se considera la mejor y la más libre que nunca ha existido, no puede aceptar que la causa de la enfermedad radique en los conflictos biológicos que genera la forma de vida creada por esta misma sociedad. Le es mucho más cómodo –además de mucho más rentable- acusar a microorganismos que nos atacan y/o a genes que mutan aleatoriamente y/o a proteínas que se vuelven locas y/o a cualquier otras “cosa”… a condición que sea externa. El Dr. Hamer obliga a tocar de pies al suelo, y lleva a cuestionar la realidad: relaciones de pareja o familiares o amistosas o laborales o vecinales o económicas o políticas o… Y esto resulta peligroso para quienes dirigen la sociedad en la que sobrevivimos y en la que crece rápidamente el número de pacientes que, pacientemente, padecen más enfermedades, y ello a un promedio de edad cada vez menor.
Que en Paz Descanses Querido Hamer.
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